*Oración oficial con aprobación eclesiástica del Obispo Gerardo Antón Zerdin, Obispo Vicario Apostólico de San Ramón.
¡Oh Dios?
Tú que infundiste en la Beata María Agustina, la virtud de vivir fiel hasta el martirio, testificando el amor, la misericordia, la paz, la justicia y el cuidado de la creación, haz que sepamos imitar su ejemplo de vida, humildad y sencillez.
Que por su intercesión alcancemos la gracia del pastoreo ejemplar al servicio de los más vulnerables.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Hna. María Agustina de Jesús Rivas López – Aguchita (1920-1990)
Antonia Luzmila Rivas López nació en Coracora-Ayacucho, en la cordillera de los andes, el 13 de junio de 1920. Hija mayor de 11 hermanos, lo que significó estar de cerca y aprender de sus progenitores el trabajo en la agricultura en un vínculo de respeto y cuidado de la tierra, como lo hicieran sus ancestros. Por ello, no es sorprendente verla naturalmente cuidando del agua, sembrando, cultivando hortalizas, haciendo injertos frutales, preparando insecticidas caseros y muchos otros aprendizajes que compartió con las hermanas y mujeres a quienes acompañó.
Aguchita, pertenecía a una familia nuclear, todos hijos debían aprender y cooperar en el trabajo del campo como en las labores del hogar. Fue una familia acogedora y solidaria, sobre todo en el tiempo de la cosecha. Una familia de fuertes convicciones y prácticas religiosas fomentadas por la progenitora, de la mano de ella, Aguchita experimentó el rostro materno de Dios, su amor a María y a su prójimo.
Desde muy joven se sintió llamada por Dios y, ayudada por los padres redentoristas de su parroquia, viajó a Lima (la capital) buscando concretar esa llamada y continuar con sus estudios. Para entonces, la congregación del Buen Pastor contaba con una residencia llamada “Instituto Sevilla” que acogía a adolescentes y jóvenes de escasos recursos económicos y/o provenientes del interior del país que no tuvieran familia en la capital. Las jóvenes permanecían el tiempo necesario para culminar sus estudios secundarios o universitarios. A esta residencia ingresa Aguchita donde tiene el primer acercamiento a la congregación y algunos meses más tarde solicita un acompañamiento de discernimiento vocacional.
En 1940, Aguchita es aceptada iniciar el pre noviciado y continuó su formación inicial hasta la emisión de sus votos perpetuos el 08 de febrero de 1949, en la Solemnidad del Inmaculado Corazón de María, fiesta instituida por San Juan Eudes.
Permaneció en Lima la mayor parte de su vida religiosa trabajando en distintos servicios apostólicos de la congregación: en hogares con niñas en situación de vulnerabilidad, en colegios, en zonas urbano marginales y con organizaciones femeninas. También brindó su servicio como enfermera en la comunidad de las hermanas contemplativas y servicios de la comunidad.
Aguchita, es la hermana de comunidad discreta, de una sonrisa siempre en los labios, de perfil bajo, cercana, paciente, atenta a las necesidades de las hermanas, sensible al sufrimiento humano, de profunda vida espiritual y calidez humana, era el signo de “la santidad de la puerta de lado” 1 Su fe y confianza en Dios en todo momento fue inquebrantable. Es el amor a Dios, fuente de todo amor, que la sostiene. Es el amor al prójimo que la mueve por eso, además de los muchos trabajos que tenía en la comunidad busca a los enfermos para darles un remedio casero, consuela y socorre a las mujeres y familias pobres, anima y da una palabra de esperanza a quién lo necesita, todo ello lleva en su corazón para presentarlo a Dios como una ofrenda de amor… era una misionera en salida al encuentro de los pobres.
A los 68 años, Aguchita era una maestra jubilada y con algunos malestares propios de la edad. Es en este tiempo Dios la llama a un nuevo servicio: formar parte de la comunidad de La Florida2, para ella fue un sueño cumplido que abrigó desde los primeros años de su vida religiosa, “mi ilusión trabajar en la selva”3. se hizo realidad en el atardecer de su vida. El propósito de enviar a Aguchita a La Florida fue que sea un sostén espiritual y humano para la comunidad de jóvenes hermanas.
En 1988, en plena efervescencia terrorista, Aguchita llega a La Florida. Admira la belleza y exuberancia de la naturaleza, creación de Dios. Se integra a la misión de la comunidad con los niños, con las organizaciones de mujeres, en la posta médica y todas las actividades del pueblo. Su capacidad de acogida es sin fronteras: niños, ancianos, católicos, evangélicos, militares e incluso terroristas que pasan por el pueblo. Hasta entonces, la comunidad del Buen Pastor era la única presencia de iglesia en toda esa zona.
Lamentablemente, en La Florida y alrededores se volvió cada vez más amenazador por la presencia de grupos subversivos, por lo que el Equipo de Liderazgo Provincial sabiendo aquella realidad, pide a la comunidad discernir su presencia en La Florida. La comunidad en fidelidad a Dios y a la misión a la que habían sido enviadas decidieron permanecer con la gente y, si era preciso, dar la vida.
El 27 de septiembre de 1990, entra a La Florida un grupo de subversivo Sendero Luminoso, reúne al pueblo y separa a algunos ciudadanos, entre ellos Aguchita, con el fin de ejecutarlos como escarmiento de no aceptar la doctrina que ellos proferían. Las ordenes fueron claras: dejar los muertos hasta el día siguiente.
Pasado el desconcierto y serenado un poco el dolor, la respuesta fue unánime en la Iglesia peruana. Las dos palabras más escuchadas eran: martirio y resurrección.
Durante el año 2017 se recogió el testimonio de los que la conocían y se pidió que la Iglesia reconozca su martirio. El 22 de mayo de 2021, año de San José, del que era muy devota, año del 150 aniversario de presencia de la Congregación del Buen Pastor en el Perú y Bicentenario patrio, es reconocido su martirio por el Papa Francisco.
1 Gaudate et Exsultate n°7
2 Un pequeño pueblo ubicado en la provincia de Chanchamayo, en el departamento de Junín que corresponde a la selva central.
3 Carta de Aguchita dirigida a la provincial el 08 de setiembre de 1989
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