Cristo sale del Padre y vuelve al Padre alcanzando su plenitud en la ascensión, es un paso que concluye su recorrido en la tierra y su misión salvadora.
La ascensión no puede ser mirada como un viaje espacial, Jesús asciende al corazón, a las entrañas del Padre y a todo Cristiano invitándonos a hacer un viaje con Él y hacia Él en nuestros corazones, aceptemos esta invitación dejándolo habitar en nuestro corazón y formándolo en Él, como dice san Juan Eudes “Hacer vivir y reinar a Cristo en nuestros corazones” solo a partir de esta experiencia de ascensión y permanencia de Jesús en cada persona, podremos transformar nuestra vida y la de los demás; nos dice Santa María Eufrasia “No harán ningún bien si no tienen los mismos pensamientos, sentimientos y afectos del Buen Pastor”, la ascensión es un motivo de esperanza que nos invita a Entrar en oración profunda asumiendo nuevas actitudes y descubriéndolo a Él presente a pesar de la adversidad, necesitamos reconocer los valores que permanecen en nosotros y de esta manera reencontrar el camino de la paz; solo a través de esto podremos dejar ver a Jesús Buen Pastor a otras personas para que se reconozcan acogidas, levantadas, miradas y sobretodo amadas por ese corazón que arde en llamas por cada uno y que debe calentar las vidas que se congelan por nuestra indiferencia. Ascendamos, subamos de la mano de Jesús al corazón del Padre quien necesariamente nos lleva a los demás y de esta manera compartamos la alegría que muestra el rostro de Dios hoy al mundo en cada ser humano, seamos rostros de fraternidad, misericordia y amor.
Por Hna. Mónica Arcila
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