El corazón de Santa María Eufrasia ardía de celo por la salvación de las almas. Y de este fuego debían ser abrazadas sus primeras hijas. Ellas que han experimentado el gozo de estar sobre los hombros del Pastor, por el perdón y la misericordia, se convierten en testigos de esta experiencia que desean para muchas otras jóvenes de todos los rincones de la tierra.
El 11 de noviembre de 1825 se fundó la primera comunidad de Hermanas Contemplativas del Buen Pastor, en la ciudad de Tours – Francia, cuyo nombre original fue Hermanas de Santa María Magdalena, con cuatro jóvenes formadas por las Hermanas, las cuales habían dado prueba de una sólida vocación a la vida religiosa, quienes manifestaban un gran fervor capaz de infundir la esperanza de que serían las piedras fundamentales de este edificio de piedad, donde se viviría la soledad, la oración, el silencio y la penitencia.
Las cuatro primeras contemplativas fueron:
María Angeneau, tomó el nombre de Hna. Magdalena de Pasión,
Marguerite Jaconet, el de Hna. Magdalena de la Cruz,
Rose Lestoret, el de Hna. Magdalena del Calvario,
Elizabeth Bodin, el de Hna. Magdalena de las Cinco Llagas.
El 11 de noviembre de 1827 las cuatro primeras novicias habiendo perseverado en el deseo de consagrarse a Dios, tuvieron la felicidad de hacer su primera profesión, pronunciando sus Votos de Pobreza, Castidad y Obediencia.
Hoy es un día de fiesta para nosotras, Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor Contemplativas ya que después de 197 años, continúa existiendo esa pequeña semilla – como dice el evangelio – que un día se sembró y luego creció haciéndose un gran árbol y sirviendo de sombra para este mundo tan necesitado de la bondad de Dios. Para nosotras, lo esencial es testimoniar la primacía absoluta de Dios buscando ser instrumentos de reconciliación, a través de nuestra oración, ascesis evangélica, soledad y silencio.
Oramos por la Iglesia y por todo el mundo. Con Jesús nos entregamos a una ferviente intercesión a fin de que la belleza de la imagen de Dios sea revelada en cada persona. De manera especial apoyamos los esfuerzos de nuestras hermanas que están comprometidas activamente en el apostolado de la reconciliación. Cfr.: Const. De NSCBP, encarnando en nuestra vida el sufrimiento de los hermanos, la salvación de las personas y haciendo de ello el centro de nuestra misión, sin perder el fin para el cual hemos sido fundadas. La dimensión contemplativa de nuestra misión que renueva nuestra fe y nuestra unión con Cristo, nos hace más atentas a las exigencias del Reino.
Por: María Nilsa Jaramillo, Religiosa Contemplativa
Comunidad Ibagué
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