Por: Elida Correa Ruiz, religiosa contemplativa
En la Provincia Colombovenezolana, las Hermanas Contemplativas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor hemos recorrido con profunda gratitud el camino hacia los 200 años de nuestra fundación. Este tiempo jubilar ha sido un verdadero don del Espíritu, una visita de gracia que ha renovado en nosotras el deseo de orar, amar y reparar desde la misericordia del Buen Pastor.
En la sencillez de nuestras jornadas, la oración, la fraternidad y la creatividad del corazón se han hecho lenguaje de comunión. Cada vigilia, cada silencio, cada gesto compartido con nuestras Hermanas apostólicas y los laicos que participan del mismo carisma, ha sido un canto de alabanza y de acción de gracias.
Desde el silencio fecundo de nuestros comunidades, elevamos nuestra oración por los pobres, los enfermos, los migrantes y todos los rostros heridos de la humanidad. En ellos contemplamos el rostro del Buen Pastor que sigue llamándonos a ser presencia de ternura, consuelo y esperanza.
Este jubileo nos ha recordado que somos corazón orante en el centro de la Congregación y de la Iglesia. En comunión con todas nuestras Hermanas del mundo, celebramos estos 200 años como un acto de amor y fidelidad de Dios, que continúa pastoreando nuestras vidas y haciéndonos ofrenda viva de oración, comunión y reparación.

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